¿Quién fue la primera fotógrafa en Cuba y en qué zona estuvo ubicado su laboratorio y establecimiento fotográfico?
Te adelanto que fue la primera no solo en ejercer la técnica y el arte de la impresión, sino por haber sido mostrada a la opinión pública.
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Oficio de confianza. La primera fotógrafa en Cuba
Por Grethel Morell
La primera fotógrafa en Cuba, conocida hasta hoy, no era cubana. La mujer que por primera ocasión tomó el oficio en sus manos y fue anunciada en la prensa como retratista al daguerrotipo en La Habana, era española. Esposa y asistenta de un fotógrafo o daguerrotipista en los tempranos años 50, que proveniente de la vieja Europa asentó estudio en la entonces afamada y próspera vía comercial de O´Reilly.
En dicha calle no.60 (hoy 529), entre Villegas y Bernaza, junto a la antigua puerta de Monserrate (en ciudad amurallada), se hilvanó esta historia fotográfica. Existía allí un laboratorio, estudio y lugar de venta de “efectos de daguerrotipo”, que en 1847 pertenecía al fotógrafo Juan B. Fernández. En 1851 pasó a ser del también español Pedro Arias, quien condujo la ocupación a la familia.
Encarnación Irástegui (inscrita así en Anuarios y Directorios Comerciales de la época, aunque también referida por otros investigadores como Aróstegui), esposa de Arias, es la iniciadora de la fotografía realizada por mujeres en esta Isla. Hacedora de retratos, el género reinante del siglo XIX, que alcanzó destreza en el manejo de los materiales fotosensibles, principalmente las planchas de cobre, y la experimentación con el calotipo. Está asumida como la primera no solo en ejercer la técnica y el arte de la impresión, sino por haber sido mostrada a la opinión pública. La primera en tener un anuncio en la prensa, 12 años después de la introducción del daguerrotipo en Cuba.
Durante los meses de febrero y marzo de 1853 se publica en el Diario de la Marina:
FOTOGRAFIA. Aviso al público.
(…) Este laboratorio encierra algunas especialidades que son exclusivamente suyas, siendo entre otras lo inmejorable del gusto, lo alegre del local y una luz suave y luminosa que en nada ofende a la vista. Además hay brevedad en los trabajos, equidad en los precios y exactitud en los compromisos.
Pero la última especialidad, la sorprendente, la que es enteramente nueva entre nosotros es la siguiente: Desde hoy el bello sexo habanero podrá ir con toda confianza al referido laboratorio con la firme convicción de ver reproducida su imagen por la habilidad de una persona de su sexo que consagrada por mucho tiempo a la fotografía, ha llegado a obtener tan buenos resultados como el mejor retratista. Esperamos que este anuncio sea suficiente publicidad para que los señores no dejen de aprovechar esta feliz oportunidad, que acaso será por poco tiempo.
En esta nota se evidencia la práctica publicitaria del fotógrafo y dueño. No solo se hace ver lo exclusivo del evento, también se enfatiza la diferencia y patrón de calidad del trabajo femenino (con tan buenos resultados como el mejor retratista), la oferta de credibilidad y confianza para atrapar a la clientela femenina, damas de una sociedad aún muy cerrada, pero dirigida a los caballeros que desembolsarán las monedas para costear los retratos.
Recuérdese que las mujeres conocían de barreras y labores limitadas fuera del hogar, el bordado y las tertulias. Aún no accedían a la enseñanza pública y las principales “ocupaciones” a desempeñar por las blancas y las “libres de color” en una sociedad esclavista eran oficios como lavanderas, “jaboneras”, costureras, zurcidoras, modistas, parteras, tejedoras de sombreros, “crianderas”, dulceras, contadas maestras a domicilio… Profesión y arte quedaron a la espera. Reto y persistencia costó que se incorporaran a fondo las manos femeninas a la fuerza de trabajo no doméstico, como el de las torcedoras de tabaco en la década del 60 o el paulatino asenso de las profesoras, al abrirse el segundo nivel de enseñanza privado en los años 80.
Tras el terreno ganado y la muerte del Sr. Arias, se reorganiza el trabajo entre Irástegui y su hijo Vicente. El 25 de septiembre de 1855 se notifica en el Diario de la Marina la continuidad del servicio:
DAGUERROTIPO DE ARIAS,
La viuda del retratista al daguerrotipo D. Pedro Arias, cuyas obras ha celebrado tanto el público de La Habana, ha abierto un nuevo establecimiento a cuyo frente a puesto a don Vicente Arias, discípulo aventajado de su difunto esposo, y que cuenta con la práctica y conocimientos adquiridos a su lado por espacio de algunos años. Las obras que tiene hechas y que están de manifiesto, y la seguridad que se brinda al que vaya a retratarse, de que si no está a su gusto no pagará nada, esta mejor garantía que se ofrece.
El 14 de noviembre en el mismo diario, aparece la daguerrotipista como LA VIUDA DE ARIAS, siendo quizás también la primera en significarse con la condición de viuda de fotógrafo. Categoría que prevalecerá por el resto de los ochocientos.
Trabajaron bien de cerca la fotógrafa y el retratista, sin cambiar de morada. Mantuvieron la venta de efectos fotográficos y ampliaron las tipologías del género: retratos a domicilio, fotografías a cadáveres, rostros en medallones….
En 1859 ya aflora su imagen y nombre completo. En la edición primera del Anuario General del Comercio, de la Industria y la Administración de La Habana, en la sección “Lista por Profesiones, Oficios, Industrias &” se inscribe como Retratista al Daguerrotipo en una relación de quince.
Aunque se refiere en material bibliográfico la persistencia del trabajo de Encarnación Irásteguihasta 1865, desde el mes de enero de 1855 se anunciaba en el mismo sitio el Retratista al Daguerrotipo Molina y en el año 1857,la Galería Nacional y Extranjera de José Lorenzo Cabrera. Al parecer compartieron igual segmento de tiempo y parcela varios comercios fotográficos a la vez, algo común en la época. Lo cierto es que era la única mujer aludida en ese contexto, capitulado por un oficio de confianza pero llevado de pantalones.
Fuentes bibliográficas: Anuarios, Nomencladores y Directorios Generales de Comercio e Industria de La Habana e Isla de Cuba (1841, 1859, 1860, 1870); Diario de la Marina, Periódico oficial del Apostadero de La Habana (1847-1857) y el texto: La primera mujer fotógrafa de Cuba, del periodista y fotógrafo Jorge Oller.
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4 comentarios
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Enhorabuena Grettel, un buen trabajo de investigacion.
Un abrazo
José Coarasa
Excelente trabajo. Me encantaría ponerme en contacto con Gretell para llevar esta investigación a un programa televisivo del canal educativo, donde ella pudiera ser entrevistada.
Autor
Gracias Sonia, perdona la demora en la respuesta,
le pasaré tu mensaje a Grethel 😉
abrazz
Ada
Magnifico trabajo de busqueda y que salgan a la luz…lindo trabajo investigativo…saludos