Premios de fotografía en Cuba, a la sombra de las casuarinas
Por Grethel Morell
A las nominadas… que no ha equivalido a premio.
Hay tradición de premios de fotografía en Cuba, lo mismo como parte de un evento mayor, que como lauro único en su tipo. Recuerdo y resalto el Premio de Fotografía Contemporánea Latinoamericana y del Caribe, luego devenido Premio de Ensayo Fotográfico instaurado y promovido por Casa de las Américas, lamentablemente desaparecido; el internacional Tina Modotti dentro de la Primera y Segunda Bienal de La Habana; el nacional José Tabío, máximo galardón del suceso Premio de Fotografía Cubana 1982 y en la Primera Bienal (1984), también extinto; el Salón Nacional de Fotografía (1999) de carácter competitivo; los certámenes de los fotorreporteros, auspiciados por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), donde reconocían al Premio Nacional de Fotoperiodismo, igualmente desdibujado con los años.
Práctica hoy palidecida, eclipsada. Y más que con ánimo de añoranza, resuelta en necesidad y expectativa. Coexisten fotógrafas y fotógrafos que buscan en el escenario visual cubano actual confrontar, reconocerse. Un amplio espectro de creaciones fotográficas, generaciones y maneras de pensar la imagen inquieren eco y lugar. Obras y hacedores permanecen al aguardo de un acto exclusivo, una acción que disipe sombras.
Un poco de historia
Frecuente ha sido desde los años 90 la incorporación de profesionales de la fotografía a encuentros oficiales de las artes visuales (aún llamadas por estos lares Artes Plásticas) y sus nominaciones. En 1994 se instituyen los Premios Nacionales, por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas y el Ministerio de Cultura, distinguiendo en ocasión primera al pintor vanguardista, diseñador y también fotógrafo Raúl Martínez. Tras más de veinte años otorgándolo anualmente, solo dos fotógrafos netos (límpidos en estética y sentido de lo fotográfico) han alcanzado tan elevado lauro: Raúl Corrales en 1996 y Ernesto Fernández en 2011. En la más reciente entrega, el trasdisciplinar José Manuel Fors lo obtiene, entre otras razones, en homenaje a su más hábil transición y transgresión entre la fotografía y el instalacionismo.
Es de anotar como en igual espacio de progresión y apertura de las artes visuales en sí mismas, tiempos de avance, reconciliación, encomio de lo multidisciplinar y genérico, no se hayan conferido más premios a firmas femeninas, y menos aún, a fotógrafas. En 22 años de competición nacional solo una mujer ha recibido el reconocimiento: la escultora Rita Longa en 1995, junto a Agustín Cárdenas. Justo es asentir que disímiles artistas han sido sostenidamente nominadas en varias ediciones (como la pintora y grabadora Lesbia Vent Dumois, la creadora Zaida del Río y la pintora Rocío García), aunque al final las gustadas estadísticas continúan creciendo bajo el predominio masculino.
Tal fenómeno no parece ser exclusivo de las artes visuales, las circunstancias o el regionalismo, pues en el universo intelectual y la escritura también acontece. Llama la atención como en los magnánimos Premios Nobel de Literatura, desde su primera edición en el año 1901 hasta la fecha, de 108 distinciones dadas, solo 14 han terminado en manos de mujeres.
Retomar los grandes premios
Ante tal panorama me pregunto: ¿no es ocasión ya que desde este paraje geográfico, de muy fructífera y equitativa producción intelectual se coronen más hacedoras; que los listados, los museos, las ediciones… del arte enarbolen más faldas? Y desde la creación fotográfica, ¿no sería un buen momento para asentar un Premio Nacional de Fotografía (España y otras regiones lo tienen, sin colisionarle con el resto de las artes) como sesión independiente, no dentro de bienales o salones de arte contemporáneo? Distritos estos donde se demuestra cada vez más el deslinde de las fronteras entre fotografía en su concepto puro y obra de arte híbrida; donde la (re)producción de la imagen se utiliza, supedita, mezcla, “contamina”, marida o enriquece con la pintura, la instalación, la videocreación; en episodios donde se llegue a contemplar más en su lenguaje de vanguardia, yuxtaposición o en el socorrido término de contemporaneidad.
Hablo más bien de un Premio solo para ella, a efectuarse si se prefiere en el contexto de Noviembre Fotográfico (titulado antes Coloquio de Fotografía), henchido y renombrado evento que organiza desde el 2008 la institución insigne de la fotografía en el país. Creo amerita sitio y distinción la fotografía por sí misma, en su más vasta y sólida factura, contenido, aporte: tanto aquella que ha cruzado los años y las historias ya sea de perfil documental o la artística en todas sus variantes: la construida, la conceptual, experimental o manipulada; como el fotodocumentalismo, el ensayo de autor con tendencia al simbolismo y la subjetividad; o la imagen articulada en estudio, inclinada al discurso dual.
Refiero la gratificación a profesionales de las cámaras que se han movido con excelentes resultados en varios géneros a la vez; o quienes han sabido capturar, acaudalar, la historia social de Cuba a través del valor testimonial de la buena imagen, o la historia del arte nacional a través del valor de apreciación y enunciado de una obra trascendente: desde los iniciadores –los que aún viven, es recomendable apurarse– del buen reportaje cubano en blanco/negro, que legó la conjugación de documento, inmediatez, instante preciso, técnica y composición; hasta las piezas más elaboradas en la calma del esbozo y el taller (precisadas en el laboratorio o en la pantalla de la PC), que innovaron alegorías e imaginarios en el arte.
Ejemplos para nominar existen: fotógrafas y fotógrafos que han sostenido carreras de largo aliento, solo faltan los premios. Me disculpan los más jóvenes, los menores de 40, que también poseen méritos y cauces; pues ya cuentan con el impulso de la Beca de creación Raúl Corrales que lanza la Fototeca de Cuba cada año desde el 2009.
¿… y los pequeños también?
En la Isla se vivió una etapa de un verdadero fervor fotográfico, desde una perspectiva historicista, sociológica, ideológica en los tempranos 60; desde el ensanchamiento de las lecturas, los motivos, la aceptación y búsqueda de sintonía del discursar internacional en los años 80. Sin detenernos en causas y diferencias, ante tal boom en ambas coyunturas la fotografía proliferó en exhibiciones, convocatorias, salones… y por ende, en el manejo público y apreciativo de la imagen.
Numerosas iniciativas laudatorias contaron durante el último período aludido, con acciones que propiciaron el interés sobre la producción fotográfica, sus categorizaciones (hiper especificadas, diría) y alcances. Diversificada también en sus procuradores, fueron estimables de premios desde los jovencísimos creadores de la entonces Brigada de Jóvenes Escritores y Artistas Hermanos Saíz, hasta los fotoperiodistas de plantilla de publicaciones muy específicas en su misión (Fototécnica, los extendidos salones de la UPEC).
La fotografía era recibida y ungida en concurrencias de diversos estilos: los salones de paisaje (distingue el Salón Paisaje 1982, donde se reconociera la renovadora obra de Rogelio López Marín (Gory), un tríptico de fotografías y fotomontaje iluminado con óleo, acompañado de un texto de ficción escrito por el artista), los salones juveniles (el creativo Salón Playa 1981, donde se premiara la avanzada serie iluminada con óleo Jodidos pero contentos, de Adalberto Roque), los concursos de gráfica 13 de Marzo, organizados por la Universidad de La Habana, a la par de competiciones afines como el Premio de Fotografía a color, promovido por la revista Revolución y Cultura, el Premio de fotografía deportiva (generado por el Círculo de Periodistas Deportivos)… abundantes resultan las ejemplificaciones.
Más no ha contado, excepto en puntuales intervenciones (proyectos y espacios autónomos) con un galardón exclusivo para las fotógrafas, temas contiguos a la feminidad, o en pos de acreditar posturas, certidumbres, diálogos desde lo femenino. Otro punto a tomar en la agenda… y a eximir de la sombra de lo habitual.
¿Y a ti qué tipos de premios de fotografía te gustaría se promovieran en Cuba?
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Texto escrito especialmente para Fotografía Líquida. Se prohíbe la reproducción en cualquier medio o formato sin la autorización expresa de la autora y Circuito Líquido.
© Imágenes: Cortesía de sus autoras y autores
© Sobre el texto: Grethel Morell
© Sobre la publicación: Circuito Líquido
Lo que nos dicen por e-mail 😉
Gracias por tu trabajo tan serio y riguroso!!
Estoy de acuerdo con todo lo que has escrito, besitos”.Niurka Barroso, fotógrafa
Gretell, tu siempre con tus acertadas palabras, coincido contigo en tus reflexiones. Un abrazo y te quiero, chino arcos.”
5 comentarios
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totalmente de acuerdo, como también la necesidad imperiosa de tener una revista cubana de fotografía y una colección permanente en el MNBA.
Gracias Jorge Luis por compartir opinión. Así es, se necesitan ya más espacios legitimantes.
Excelente página, Gracias!
En cuanto al Premio Nacional de Fotografía, coincido plenamente con su autora.
Se podría además crear un Premio de Fotografía Femenina Cubana, con carácter nacional. ¿No existe? Perdonen mi ignorancia pero al leer el artículo es lo que se sobreentiende. Sabemos que la mirada de la mujer es diferente, no solo en la fotografía, con la arquitectura por ejemplo también pasa. Y no es aislarnos desde el género, al contrario, es sacar a relucir el talento y creación artística desde nuestra mirada, desde nuestras potencialidades, etc.
…”Ante tal panorama me pregunto: ¿no es ocasión ya que desde este paraje geográfico, de muy fructífera y equitativa producción intelectual se coronen más hacedoras; que los listados, los museos, las ediciones… del arte enarbolen más faldas?”… Entonces: por qué la ausencia en el artículo de fotos hechas por fotógrafas, algunas de ellas mencionadasen el texto?
Gracias Sandra por leer la columna y compartir tus comentarios.
Sobre tu primera pregunta, así es, uno de los enfoques del texto fue abogar por la creación de un premio de fotografía con enfoque de género / feminista. De hecho, Circuito Liquido convocó al poco tiempo un certamen de esta índole, también con carácter nacional, sin distinción de género de los participantes. Ya había antecedentes en el país de premios orientados sólo a las fotógrafas o las creadoras visuales, convocados por proyectos y espacios autónomos. Pocos, de escasa divulgación, pero existentes.
Sobre la segunda inquietud, porque se demuestra tanto en datos como en imagen la exigua presencia de fotógrafas premiadas en nuestro panorama de las artes. No ausencia. Fíjate que la imagen que identifica el artículo (en términos informáticos, la foto de home, y además esa que acompaña la nota ¨promocional¨ del texto en la red de redes) es una foto de Niurka Barroso, la segunda mujer y única cubana premiada en el importante y añorado premio de Ensayo Fotográfico Latinoamericano de Casa de las Américas, en su 7ma. edición. Foto que para subir a la web, gentilmente los departamentos de patrimonio y artes plásticas de la referida institución nos ofrecieron aprobación.
Indudablemente hay que hacer ver más, no solo en la web, en las publicaciones impresas (hay libros hechos en Cuba sobre fotógrafas y creadoras cubanas??), en las colecciones de arte… y por supuesto en eventos de reconocimiento oficial como son los premios.
Yo no creo bueno la separación de género en en ningún aspecto y en el caso de las artes es más justo priorizar la obra y dejar en un segundo o tercer plano si es hombre o mujer.