Iniciamos la semana con una entrevista a Paulina Varas, investigadora en Arte Contemporáneo, quien junto al arquitecto José Llano, dirige CRAC Valparaíso. Para la 12ma. Bienal Habana CRAC desarrolló una intervención específica a medio camino entre un programa de aprendizaje colectivo y un proyecto de investigación sobre arte y arquitectura radical.
Según reconoce Paulina, “a CRAC Valparaíso le interesaba establecer un espacio de intercambio, de discusión y de debate donde se pudieran plasmar ideas desde distintas perspectivas, donde no hubiera una sola mirada para entender el espacio colectivo, común, ni una ideología específica.”
Hacia una cartografía crítica de la ciudad: Manuales de ejercicios para la vida
Daniela Fernández (DF): CRAC Valparaíso para la 12ma. Bienal de La Habana presentó el proyecto Manuales de ejercicios incorporados a la vida en La Fundación Alejo Carpentier. Conociendo las condiciones del espacio y el municipio que se focaliza en esta intervención, ¿qué pretensiones guarda este equipo en torno a la aplicación de sus concepciones y herramientas fundamentales de trabajo (la pedagogía crítica, la autogestión del conocimiento, los saberes colectivos, el conocimiento local, etc.) en el enclave geográfico seleccionado?
Paulina Varas (PV): Realmente la Fundación Alejo Carpentier no las sugirió porque nunca antes habíamos estado en La Habana. En principio se pensó que fuera en Casablanca, pero finalmente Margarita Sánchez, curadora encargada de la pre selección de Chile, nos informó que la Bienal había decidido que trabajáramos acá y me parecía interesante abordar también estar en un lugar de la Habana Vieja, que además hoy en día es una especie de laboratorio del turismo global. Fue importante porque siguiendo nuestros proyectos en Valparaíso, estábamos más enfocados en la ciudad, específicamente, en los procesos de patrimonialización y sus efectos en la vida de los ciudadanos. Por supuesto que estamos hablando de un modelo económico y social totalmente distinto, con sistemas culturales igual distintos (nuestro país es capitalista), pero de todas maneras era interesante desarrollar este proyecto en esta área de La Habana donde también hay una serie de problemáticas que los mismos ciudadanos van encontrando e identificando en relación a lo que implica la ciudad para el turista, la ciudad para el habitante y los procesos de patrimonialización, que si bien acá tienen un cariz totalmente social -más que otra cosa-, es lo que nosotros criticamos de nuestro país porque el patrimonio no es visto hacia las personas sino a los intereses privados. Acá es otra condición, pero resultaba interesante hacer esta especie de cartografía crítica sobre el territorio y constatar cómo es posible hablar del pasado pero también del futuro de la Habana Vieja.
De ahí que se fueran aparejando en el caso del mapa que se exhibe acá, cómo el lugar pensado como recuerdo es también posible activarlo con otro sentido para el futuro. Tenemos una anécdota interesante que explica por qué quedamos impactados cuando nos dijeron trabajaríamos en la Fundación Carpentier: en 1961 Allende fue invitado a La Habana cuando estaba preparando su tercera campaña para la presidencia -bueno realmente la cuarta-. Acá estaba Carpentier y también estaba Joris Ivens, un documentalista muy importante, padre del documentalismo contemporáneo. Allende lo conoció y le dijo: “tú tienes que ir a Chile, te invitamos para que tú vayas a hacer una película allá, y trabajes también con los estudiantes de cine porque el cine es una herramienta muy importante de desarrollo cultural”. Ivens le comenta esto a Carpentier y Alejo le dice que Valparaíso es una ciudad muy importante. Él incluso tiene un texto de cómo es la ciudad, la conformación de la geografía, del asentamiento urbano, todo lo que tiene que ver con las dinámicas sociales. Cuando Joris Ivens llega a Chile en el ’61 dice que quiere hacer una película sobre Valparaíso, y en resumen dice lo siguiente: ella es cómo lo que pasaría en las ciudades del mundo si el capitalismo se va, porque en Valparaíso en el siglo XIX hubo un boom económico por el puerto, luego cae en decadencia cuando se crea el Canal de Panamá; esa es la ciudad de Valparaíso que ve Ivens cuando llega. En la ciudad se sigue viviendo, por lo que muestra cómo la gente va rearmando, rearticulando las dinámicas sociales para que puedan seguir adelante.
En resumen, a nosotros nos interesa mucho el impacto de nuestro proyecto Manuales…, que está en un programa de trabajos más amplio After Ivens. Nos interesaba esta red de conexiones que tiene que ver con un pasado (los ‘60s) que para todos los países latinoamericanos habla de un momento específico de revolución, de liberación de los estados naciones, pero además tiene que ver con ese legado crítico: repensar el día de hoy y situarnos desde este territorio imaginado (La Habana) que comparte problemáticas con Valparaíso en relación a los procesos de patrimonialización.
DF: ¿Podrían referirse a la naturaleza de las estrategias que implementaron para llevar a cabo Manuales…? ¿Qué expectativas tuvo CRAC sobre la funcionalidad de las mismas en esta localidad habanera?
PV: La verdad que cuando nosotros usamos el término “manual” lo hicimos pensando en el siguiente sentido: si tuviéramos que hacer manuales de la ciudad ¿quiénes lo harían? Los arquitectos, los urbanistas, los historiadores, los académicos, universitarios. ¿Pero, quiénes deberían hacer esos manuales para vivir la ciudad, para entender y pensar críticamente la ciudad? Nosotros pensamos que los ciudadanos. Pero al margen de estas disciplinas – por supuesto que los arquitectos, urbanistas pueden colaborar también – me interesaba que pudieran además participar en esta experiencia de taller –ahora hay una sesión con niños – estudiantes de Arquitectura, de Historia del Arte, de Sociología, y personas de la tercera edad. Es decir, hacerlo más transdisciplinariamente. Es una dinámica bastante procesual, por lo que si bien la propuesta tiene ciertos objetivos iniciales, esta también pudiera ser modificada. Tenemos una anécdota de una vecina que nos trajo un boniatillo y nos explicó por qué lo había hecho: iba a recibir un dinero del extranjero y decidió celebrarlo con el grupo. Esto demuestra cómo se van mezclando ideas en Cuba producto del tan fuerte bloqueo estadounidense, pero a la vez estas dinámicas micro -o nano diría yo- generan procesos de colaboración e intercambio. El proyecto se iba enriqueciendo de dinámicas mucho más cotidianas pero que tienen un sentido muy importante cuando las articulamos de manera colectiva.
DF: Aquí retomo la segunda interrogante, ¿qué expectativas…?
PV: Lo que pasa es que en Valparaíso nosotros tenemos un programa de residencias para artistas, investigadores y activistas. Entonces el tema de las expectativas es bien particular porque en estos años lo que hemos hecho es la versión al revés: vienen artistas a trabajar con nosotros en Valparaíso y a veces vienen con una idea, preconciben situaciones de una manera tan perfecta que cuando las van a aplicar en ámbitos comunitarios, con gente que no utilizan el lenguaje del arte diariamente o que son ajenos a este, tienen que rearmar el lenguaje y hacerlo en conjunto nuevamente. Por ello a veces las expectativas bajan un poco. O sea, nosotros lo que queríamos era establecer un espacio de intercambio, de discusión y de debate donde se pudieran plasmar ideas desde distintas perspectivas, donde no hubiera una sola mirada para entender el espacio colectivo, común, ni una ideología específica. Y creo que eso sí se dio, pues si bien todos portamos nuestra propia ideología, fue posible establecer este fin. En ese sentido sí me siento contenta de las largas horas de conversación y de discusión que tuvimos, de la puesta en común de ideas y de sueños también. Tal vez lo único que me hubiera gustado haber viajado antes a La Habana para hacer este taller, pero ello conllevaba otra inversión de dinero, otra dinámica.
DF: Por último, ¿conocen de otros espacios autogestionados en La Habana que se acerquen a sus líneas y métodos de creación, o que tal vez dialoguen con sus propósitos artísticos?
PV: No, la verdad es que no. He estado muy poco informada de otros espacios independientes. En ese sentido, no conozco… bueno Circuito Líquido que lo conocí ahora, los proyectos de Tania Bruguera –que sí los conozco y me interesan -, más que nada creo que de iniciativas en la Bienal, por eso nos interesaba también participar en esta edición. Hay otras bienales en el mundo que se han acercado a esta idea, pero en realidad estamos alejados de las lógicas del mercado del arte. Aunque existen otros artistas con los que hemos trabajado anteriormente que se acercan a estas líneas, como un dúo de Uruguay que está en Casablanca, o la Curtiduría, un grupo de arquitectos de la Universidad de la Habana que están conformando un atlas en el Parque Trillo… en realidad no hemos tenido tiempo. Después que terminemos podremos hablar con la gente para informarnos. Me encantaría conocer…
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