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Charlamos en FCOM: Gestión cultural relatos posibles

El 14 de noviembre estuvimos en la FCOM. La invitación fue de la profe Marta Triana para impartir una charla a estudiantes de primer año de Periodismo: Gestión artística y cultural relato(s) posible(s) en la que abordamos la evolución de la promoción y la gestión artística-cultural; hablamos de gestión artística feminista y el perfil de las y los periodistas-gestores.

Sin dudas, este tipo de encuentros nos da la posibilidad de dialogar sobre temas que nos apasionan y contribuyen a construir comunidades artísticas.

Si te gusta lo que hacemos, invítanos a charlar sobre gestión artística-cultural, gestión artística feminista

 

+ de gestión:

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Gestoras y proyectos, y edición coaching emprendimientos artísticos liderados por mujeres

Premio de Fotografía Feminista: gestión y artes visuales

Desde las artes visuales y la gestión cultural, Ibis Hernández (investigadora curadora/co-curadora de la Bienal de La Habana) analiza la 2ª. edición del Premio de Fotografía Feminista.

Te mostramos un avance del texto a través de estas preguntas detonadoras.

¿Existen diferencias notables entre la 2da. y la 1ª. edición?

¿Por qué resulta para el jurado harto difícil conceder Premio a una fotografía única?

¿Para qué integrar al formato del Premio espacios de sensibilización?

¿Qué figura, como ninguna otra, inspira el Premio de Fotografía Feminista?

Premio de Fotografía Feminista: gestión y artes visuales

Por Ibis Hernández Abascal

 

Paola Fiterre, S/T

Las dos últimas décadas han sido testigos del incremento de espacios y proyectos gestionados por artistas u otros agentes ligados de manera autónoma a la producción cultural. Bajo disímiles configuraciones, lógicas operativas y propósitos, estos espacios han contribuido a dinamizar la escena del arte en no pocas ciudades de América Latina y otras regiones, activando lugares temporales de posibilidad en múltiples direcciones. Con formato flexible y móvil, la plataforma  Circuito Líquido ha implementado a lo largo de poco más de cinco años diversas acciones, dirigidas a ofrecer las herramientas necesarias para potenciar procesos de emprendimiento, gestión y mediación cultural. Al mismo tiempo, se ha trazado una ruta estratégica para complementar y fortalecer procesos formativos en el campo de las artes visuales (con énfasis en el quehacer fotográfico), e implementar nuevos espacios de diálogo y debate al respecto. Pero si algo singulariza la labor desplegada por Circuito en su etapa más reciente, es la voluntad de proyectar los diferentes aspectos de su accionar en concordancia con los aportes del pensamiento feminista en su devenir; de ahí que en su página web se autodefina precisamente como “un espacio de gestión artística feminista”. Tal influjo alcanza también al Premio que Circuito convoca. En su más reciente edición, este certamen volvió a incentivar la reflexión en torno a disímiles problemáticas abordadas en el extenso y polémico corpus de las teorías feministas, incitó a indagar acerca de sus reflejos y ecos en nuestro contexto, y estimuló  la construcción de sus posibles correlatos en el campo de producción fotográfica local.

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Diseño y eslogan (Premiamos la visión feminista) Fabian García

La segunda entrega del Premio de Fotografía Feminista denota una efectiva capacidad de gestión, y en consecuencia, inspira mayor confianza respecto a la garantía de su sostenibilidad en el tiempo, algo indispensable para sedimentar el conocimiento que el propio certamen genera.  De acuerdo con lo anterior, vale añadir que el Premio funciona además como una suerte de diagnóstico (aunque de carácter parcial), capaz de revelar un conjunto de datos que podrían tributar al desarrollo de futuras investigaciones sobre la fotografía en Cuba, enfocadas desde otros posibles paradigmas interpretativos tendientes a favorecer la construcción de nuevas narrativas acerca su historia. Un modelo hermenéutico anclado en el espacio donde confluyen los aportes de las teorías feministas, la práctica artística y la historia del arte, cobraría bajo esa intención su propia pertinencia.

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Lídice González, Estado mental antes del aborto (fragmento díptico), del ensayo Vida

No voy a detenerme en defender la importancia de la instauración de un premio institucional dedicado en exclusivo al obrar fotográfico en Cuba, como tampoco a demandar el otorgamiento de un galardón especial para las mujeres fotógrafas. Recomiendo en su lugar la (re)lectura del texto Premio de Fotografía en Cuba, a la sombra de las casuarinas, redactado por la investigadora y crítica Grethel Morell a tenor de la primera edición del concurso. Además de emprender un recorrido por los certámenes que han tenido a bien distinguir con algún tipo de reconocimiento la labor de fotógrafa/os cubana/os, el texto ofrece, con el rigor que caracteriza el trabajo de su autora, otras consideraciones que comparto y suscribo. Creo imprescindible celebrar, sin embargo, la salida a la luz de la convocatoria al Premio Mujeres e Integración Social lanzada por la Fototeca de Cuba en marzo pasado, y a propósito de ello, llamar la atención acerca de cómo la comedida pero sistemática labor que Circuito despliega a través de su programa educativo, viene incidiendo en el tejido artístico local. Por otro lado, si bien el Premio de Fotografía Feminista mantiene una estructura competitiva y confiere un estímulo material a quienes distingue, este concurso resulta apenas un pretexto bajo el cual Circuito potencia un conjunto de acciones, orientadas a propiciar el examen y la valoración crítica de la obra de arte a la luz de tópicos de discusión que han regido las relaciones entre el pensamiento feminista, la historia del arte y la práctica artística de los últimos decenios en no pocos territorios.

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Yuri Obregón, S/T

Aspectos que continúan siendo objeto de interés y polémica reaparecen directa o indirectamente en esos encuentros de corte  pedagógico y orientador. Desde enfoques renovados, en ellos se debate acerca de la existencia de una imaginería femenina propugnada deliberadamente como ademán político por algunas creadoras; de los estereotipos de género dominantes en el ámbito de la representación; del rol del arte en la producción de la subjetividad de género -con todo lo que ello implica- y del peso que adquieren determinados prejuicios en la recepción crítica de la obra; de la interrelación entre las distintas categorías de identificación social en los análisis relativos a la cuestión de la diferencia -género, raza, clase, orientación sexual, filiación religiosa, grupo etario, etc.; de los diversos tipos de violencia y en fin, de la conexión de estos y otros temas con el contexto artístico y el medio cotidiano donde se desenvuelve el día a día de lo/as creadore/as visuales en la Isla. La iniciativa de integrar al formato del Premio espacios de sensibilización, tales como el encuentro con expertas en la primera edición y el mentoring en esta segunda, responde al objetivo de efectuar ejercicios de análisis y desmontaje con vista a identificar los convencionalismos ideológicos y culturales dentro de los cuales se ha venido configurando la noción de género a través de la imagen, sin desestimar el valor de la experiencia individual de los participantes como base material-corporal que sustenta un conocimiento vivenciado desde la naturaleza (cuerpo) o desde la biografía (vida)[1].

 

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Mentoring con Magela Romero, Palacio del Segundo Cabo

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Para el jurado resulta harto difícil conceder premio a una fotografía única -premisa contemplada en los fundamentos del concurso- sin manejar  documentación alguna sobre la/os autora/es, sus respectivas trayectorias y sus poéticas. A esta información solo se accede al culminar el proceso de análisis, conciliación y arribo a conclusiones, lo cual eleva los niveles de complejidad que entraña de por sí poner en juego juicios de valor para una finalidad competitiva. Tal procedimiento, que entorpece la posibilidad de realizar una lectura de la imagen en articulación con el proceso de trabajo del artista y como parte de un entorno discursivo más amplio, se justifica, no obstante, si se comprende la intención de ponderar el género como una categoría que atraviesa transversalmente todas las fases del certamen, incluida la premiación. Se juzga, en efecto, bajo cierto grado de opacidad, en virtud de eludir el sesgo de género y alcanzar mayor equidad en cuanto a oportunidades profesionales entre creadores y creadoras.

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Yanahara Mauri, El joven del turbante (II)

Caracterizar de forma general este segundo certamen, conlleva reconocer un discreto incremento en cuanto al número de autores y obras enviadas. La cifra de mujeres fotógrafas creció en alguna medida y nuevamente resultó mayoritaria con relación a la de sus homólogos masculinos. De igual modo, preponderó la  presencia de creadora/es emergentes cuyo proceso de formación describe en muchos casos un recorrido asistemático, marcado por su inserción en talleres liderados por artistas, academias de fotografía y cursos impartidos eventualmente en instituciones y otros espacios culturales. Algunos cuentan en su haber con premios y distinciones obtenidos en certámenes de mayor y menor relevancia, y ostentan niveles desiguales de visibilidad en diferentes zonas de nuestra fragmentada escena artística. Trabajos suyos alcanzan también distintos grados de circulación en las redes sociales.

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Antonio Hernández, S/T, del ensayo Piel adentro

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Rachel Gutiérrez, Hotel Modelo

Dado que se trata de un concurso acotado dentro del ideario feminista, es comprensible la reiteración de un grupo de temas ya presentes en la pasada edición, algunos de ellos enfocados ahora desde nuevas aristas. Otros, de similar interés y actualidad, se mantienen ausentes. Figuran entre las preocupaciones censadas en las obras la violencia (física, psicológica y sexual) contra las mujeres, los derechos sexuales y reproductivos (con énfasis en el matrimonio igualitario y el autoplacer femenino), los roles tradicionales de género (destacando sobre todo la maternidad y el trabajo doméstico no remunerado), los estereotipos de belleza, y problemáticas que atañen a las mujeres adultas mayores y a la maternidad en la adolescencia.[2] Es oportuno añadir que en su abordaje discursivo, la voluntad de cuestionar, denunciar, deconstruir, provocar, subvertir o formular contramodelos latente en la tradición artística feminista, tiende al declive en muchas de estas propuestas, aunque no ha sido la merma del potencial crítico el único factor que resta interés a buena parte de los trabajos, sino, las fallas constatables en la construcción de la imagen como discurso visual. De forma general podría argüir que no en todos los casos han sido eficazmente manejados los recursos expresivos convencionales del código fotográfico de representación, como tampoco exploradas, en apreciable medida, las posibilidades abiertas por el incremento de esos recursos en la era de los medios electrónicos y digitales. Para indagar en posibles causas y evitar falsas generalizaciones, sería imprescindible trascender los estrechos límites del concurso, expandir el marco de análisis más allá de los predios de la creatividad o del ingenio creador, e implicar en la pesquisa aspectos concernientes a la formación artística, al funcionamiento de los espacios legitimadores y a la capacidad de autogestionar información, entre otros tópicos que ameritarían un examen puntual.

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Lisandra López, Nupcias

Al comparar ambas ediciones, no se detectan diferencias notables entre una y otra. Los trabajos recibidos en esta ocasión aún no dan cuenta de esa fotografía feminista consistente, cuestionadora y propositiva que Circuito Líquido pretende promover y socializar. Pero no es la premura lo que predomina en este espacio de gestión; a fin de cuentas, ha sido corto el lapsus de tiempo entre un certamen y otro para alcanzar tal objetivo. Por otra parte, como advertía días atrás en el comentario introductorio a la mención otorgada por el jurado, no contamos en nuestro contexto con una amplia y arraigada tradición de proposiciones artísticas que hayan sido formuladas desde un compromiso expresamente feminista, susceptible de ser revisitada y actualizada en correspondencia con los aportes teóricos del Movimiento en el siglo XXI y del pensamiento generado en el ámbito nacional por estudiosos del tema en varias disciplinas.

No quisiera cerrar este comentario sin llamar la atención sobre el código QR que aparece en los carteles diseñados para ambas entregas del Premio: detalle no siempre percibido, que refiere la propensión de Circuito hacia el uso creativo de las tecnologías móviles. Intentando sortear las limitaciones tecnológicas que obstaculizan el desenvolvimiento de una gestión cultural 3.0 en nuestro contexto, Circuito explora, dentro de los dominios del paradigma digital, otras formas de posicionar contenidos y de mantener activa la comunicación con su audiencia. Así, la cita oculta tras el código inscrito en esos carteles apunta  hacia la figura que inspira, quizá como ninguna otra, una de las vertientes más significativas de la labor desempeñada por este espacio de gestión artística feminista.

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[1] Nelly Richard, “Feminismo, experiencia y representación”, en Campos cruzados. Crítica cultural, latinoamericanismo y saberes al borde, La Habana, Fondo Editorial Casa de las Américas, Cuadernos Casa No. 44, p. 157.

[2] Algunos de esos temas fueron abordados indistintamente por fotógrafas y fotógrafos, tales como el ejercicio de la violencia en sus distintas formas y los estereotipos de belleza. De modo general pareciera que al enfocar este último, lo que para las mujeres significa una exigencia vana o un requerimiento pesado, aparece exaltado por algunos hombres como importante “cualidad femenina”. Acerca del trabajo doméstico no remunerado y los derechos sexuales y reproductivos mostraron mayor interés las fotógrafas, mientras que los fotógrafos se inclinaron más hacia asuntos emparentados con el proceso de envejecimiento en la mujer, la maternidad y el desnudo.

 

Haz clic aquí para enterarte que dice Magela Romero experta en temáticas de género sobre la 2ª. edición del Premio de Fotografía Feminista

Mira aquí las #3fotosvisiónfeminista premiadas + imágenes de autoras/or, y del mentoring con Magela en la 2ª. edición.

Ver #fotovisiónfeminista premiada + finalistas 1 edición

 

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© Imágenes: Cortesía de sus autoras y autores, Circuito Líquido

Fotografía feminista en Cuba: el curso de un concurso

Desde una mirada feminista la experta Magela Romero mapea la 2ª.edición del Premio de Fotografía Feminista.

Aquí tienes un avance de los principales ejes del texto.

¿La presencia de mujeres al otro lado del lente garantiza que la propuesta sea de naturaleza feminista?

¿Las fotografías concursantes provocan el repensar de prácticas sexistas a nivel social e individual?

¿Qué debates se produjeron en el espacio de mentoring?

¿Cuáles son los desafíos identificados por el equipo gestor para la 3ª. edición?

¿Qué ha significado para  Magela Romero en lo personal y profesional participar en el certamen?

Fotografía feminista en Cuba: el curso de un concurso

Por Magela Romero

 

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Felko Calderín, Estampida

Develando el poder simbólico de la fotografía

El quehacer fotográfico ha estado históricamente marcado por la prevalencia de la cultura hegemónica patriarcal. Este ha sido una práctica que, a través del lenguaje artístico, ha reflejado la fuerza de un sistema de dominación machista que ubica a las mujeres y a lo femenino, en sentido general, en una posición de vulnerabilidad total, en tanto les invisibiliza, excluye, ridiculiza y oprime haciendo alusión a lo tradicionalmente “bello”.

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Jorge Luis Rodríguez, La mejor arma

La foto no es sólo una imagen, sino el resultado de un acto social que no puede entenderse de manera descontextualizada o desconociendo cuáles son las razones que le originan. Detrás de cada cámara hay una persona y en la imagen que capta y/o construye cobran sentido aspectos discursivos que suponen no sólo una ideología, sino un posicionamiento respecto a los más diversos ejes de poder que atraviesan la realidad.

Cuando el sociólogo francés Pierre Bourdieu aludía al poder simbólico, llamaba la atención sobre estos elementos jerarquizantes que, de tan naturalizados, pasan inadvertidos para la mayoría. Según este autor, este poder «invisible» “logra imponer significados e imponerlos como legítimos disimulando las relaciones de fuerza en que se fundan” (Bourdieu y Passeron, 2001).

La fotografía, como expresión cultural, constituye parte del andamiaje que usa este poder simbólico para desplegarse rutinariamente en la vida social. Como lenguaje codificado y decodificable, resulta una manera de representar la realidad y de entenderla de forma acertada o no respecto a los patrones de justicia y equidad. Por ello, pensar una obra fotográfica desde una perspectiva crítica remite necesariamente a la reflexión sobre la naturaleza de los símbolos discursivos que utiliza, las características del diálogo con la realidad que propone y en última, o mejor en primera instancia, su intención.

Debe entenderse que el artista o la artista no siempre pretenden legitimar el sistema social y cultural al que hacen referencia; puede que el propósito que persiguen sea totalmente diferente y se trate de una propuesta que denuncie, rompa cánones y subvierta el orden imperante.

El curso de un concurso

El Concurso de Fotografía Feminista, una experiencia que arribó a su segunda edición (marzo-abril), se va instalando como una buena práctica en el quehacer feminista cubano.[1] Esta iniciativa, gestionada desde el espacio Circuito Líquido [2] que dirige Ada Azor (gestora artística), se construye con la intención de: estimular la creación fotográfica con perspectiva de género en el país, ofrecer herramientas teóricas y prácticas que permitan develar el poder simbólico de la fotografía, intercambiar sobre la obra feminista de artistas que han denunciado al patriarcado desde obras que hoy pueden valorarse como icónicas, reconocer el quehacer fotográfico de algunas que, como Ana Mendieta, han marcado el camino y potenciar una práctica fotográfica que cuestione la violencia simbólica en relación al género a partir de propuestas que no sólo intencionen la contemplación del mundo, sino su transformación analítica y renovadora.

Vale señalar que la dimensión de estas convocatorias rebasa los marcos temporales que se fijan en cada llamado, así como los límites espaciales donde se producen los encuentros con los participantes de cada edición para sensibilizar, formar, intercambiar o premiar. Téngase en cuenta que el sentido educativo y constructivo que se teje desde este espacio va más allá; pues su meta, en última instancia, constituye el impulso educativo-creativo para repensar quehaceres artísticos y abrir las puertas a nuevas obras que dialoguen y sean expresión de la ideología feminista.

Por ello, cuando se alude a los logros de este concurso, resulta limitado referirse a los números o a la existencia o no de un/una artista galardonado/galardonada con el añorado premio; ya que el verdadero mérito se ubica en el plano de lo cualitativo y en los avances que en términos de sensibilidad y conciencia feminista se han logrado, aunque los números también demuestran el impacto favorable de esta iniciativa en el gremio de fotógrafas y fotógrafos de Cuba.

En relación al pasado año, esta 2ª. edición contó con un número superior de obras procedentes de los más diversos rincones del país. Los trabajos presentados develan la relación cultura patriarcal-cotidianidad no sólo en contextos citadinos, sino también en los rurales. De igual modo se debe señalar que llegaron propuestas foráneas, las cuales fueron descartadas por no cumplir con el requisito de ser cubanas.

La mayor parte de las fotografías concursantes provocan el repensar de prácticas sexistas a nivel social e individual, a partir del uso de símbolos discursivos que ponen en tela de juicio valores y normas machistas que hasta nuestros días se presentan “inamovibles e incuestionables”; presentan una estética que no siempre complace a los patrones seculares androcéntricos. En una parte importante de las obras presentadas dejan de tener centralidad sujetos artificiales, maquillados y “perfectos”, para cobrar protagonismo mujeres y hombres terrenales, que viven sus feminidades y masculinidades de las más diversas formas.

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Carmen A. Aranda, S/T (fragmento)

Otro aspecto a destacar es la variedad de temáticas abordadas, las cuales constituyen una expresión de la multiplicidad de inequidades sociales existentes en el país, asociadas al género. Entre las problemáticas abordadas destacan: la violencia de género (en especial: la física, la psicológica, la sexual (el acoso, la violación), las consecuencias psicológicas y sociales del aborto, las diferencias entre ideal y práctica de la maternidad, la maternidad adolescente, la falta de legitimidad social y jurídica del matrimonio gay, los tabúes en torno a la masturbación femenina, la sobrecarga de las mujeres en relación al cuidado y las labores domésticas, las nefastas consecuencias sobre la salud y autoestima de las mujeres de los modelos tradicionales de belleza, la vejez, la división sexual del trabajo y las trabas visibles e invisibles que encuentran quienes se insertan en oficios no tradicionales, aspectos diversos relacionados con la identidad sexual y de género, los obstáculos de las mujeres para vivir a plenitud su sexualidad, la cosificación de la mujer, entre otros.

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Yamel Santana, Violencia física (fragmento, tríptico), del ensayo El silencio del miedo

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Sadiel Mederos, Niña fugaz

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Jennifer Montesinos, El grito

Resultó interesante también la creatividad de los autores y autoras en torno a los títulos de las obras y síntesis acompañantes en cada propuesta, en tanto facilitan la comprensión de los motivos que provocaron el quehacer y el/los objetivo(s) que persigue(n) la(s) foto(s).

El grupo de artistas participantes se caracterizó por su diversidad, no sólo respecto a sus trayectorias profesionales, quehaceres artísticos, edades y/o territorios de procedencia. Fue revelador la participación de un número considerable de fotógrafas jóvenes; pues aunque se sabe que la presencia de mujeres al otro lado del lente no garantiza per sé que la propuesta sea de naturaleza feminista, la incursión de ellas supone un cambio en el modo de acercarse al mundo a través de la fotografía y la paulatina transformación de un gremio que hasta nuestros días ha permanecido masculinizado.

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Amanda Martínez, S/T

En relación a la tenencia o no de herramientas para aproximarse a la sociedad desde la perspectiva de género, se debe señalar que no todos/todas los/las participantes demostraron igual dominio. Algunas fotografías fueron ejemplo de la ausencia de recursos para romper con patrones sexistas que conllevan a la presentación de una imagen en la que, quizás con la mejor de las intenciones, se siga presentando a la mujer como objeto de contemplación o belleza, se utilice el desnudo para agradar la mirada de quien busca placer en una obra que debe denunciar las complejidades y problemas asociados a ofrecerlo o a sentirlo por parte de ellas o se recurra a la domesticidad como única alternativa para cuestionar el modo y la magnitud en que el sistema de dominación masculino les afecta. Por otra parte, algunas propuestas denotan la repetición de recursos en relación al modo de hacer de artistas que le preceden, un hecho que limita la expresión de la originalidad y creatividad buscada.

Sin embargo, se pudo observar el impacto de la formación en temas de género en la obra de fotógrafas y fotógrafos que ya contaban con un recorrido en este sentido, incluso de algunas/algunos que participaron en el encuentro con expertas Claves para pensar una fotografía con perspectiva de género, desarrollado durante la primera edición de este concurso. De ahí que este año se decidiera repetir la experiencia. El encuentro tuvo lugar los días 5 y 6 de abril en la sede del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa de la Oficina del Historiador de La Ciudad (OHC) y contó con la presencia de gestoras, promotores culturales, activistas sociales, directivos/as de centros culturales de la OHC, comunicadores, fotógrafas y artistas.

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Mentoring

Una peculiaridad del presente año fue la extensión de la convocatoria para este encuentro a gestores culturales, artistas y fotográfas/os procedentes de comunidades habaneras periféricas, las cuales han estadohistóricamente desfavorecidas en este sentido y cuyos habitantes no hubieran acudido a este llamado si no hubiera sido por la estratégica intencionalidad. Personas interesadas procedentes de barrios capitalinos como El Canal, Buena Vista, Párraga, Alamar y Diez de Octubre acudieron a la cita y nutrieron el espacio con sus experiencias (laborales y de vida) y proyectos artísticos-culturales. La participación de estas condujo a que la riqueza de este II Encuentro no se limitara al alcance de los objetivos de sensibilizar en temas de género e impulsar un nuevo modo de hacer fotografía feminista; pues los debates que se produjeron sobre machismo, equidad social y justicia de género, ayudaron a la comprensión de la connotación política e ideológica del arte feminista y al cambio de mentalidad de talleristas que anteriormente no reconocían las brechas existentes entre determinados grupos sociales para participar en el quehacer artístico y/o disfrutar de él.

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Magela Romero. Sesiones mentoring

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Sesiones mentoring

Para el próximo año el equipo gestor de este certamen ha identificado algunos desafíos, entre los mismos destacan: la necesidad de hacer más extensiva la convocatoria para que llegue a todos los rincones del país, la importancia de realizar el espacio del mentoring en temas de género y fotografía antes de que cierre el plazo de admisión de las obras y la pertinencia de organizar exposiciones itinerantes en el interior del país que facilite la exhibición de las obras, que con mayor nitidez expresan la esencia de este Concurso de Fotografía Feminista.

Por último me gustaría comentar que participar en este certamen ha sido una experiencia muy gratificante y enriquecedora en lo profesional y personal, no sólo por la posibilidad de intercambiar con artistas y expertas en esta área del saber; sino por la oportunidad de observar y apoyar la gestión artística y cultural con enfoque de género de este espacio que, por su impronta, quedará plasmado en la Historia del Arte Feminista en Cuba.

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Foto grupo Mentoring con Mage

[1] Debe señalarse que un referente cercano e imprescindible a esta propuesta lo constituyó el espacio “Mirar desde la sospecha” liderado por la MsC. Danae Dieguez. A partir de esta experiencia no sólo se logró una mayor sensibilidad respecto a los temas de género de especialistas que laboran en el mundo de la cultura cubana; sino que brindó herramientas para que iniciativas como esta cobraran forma y constituyeran hoy su continuidad.

[2] Circuito Líquido es un espacio de gestión artística y cultural feminista, sin ánimo de lucro, que trabaja desde la perspectiva de los derechos de las mujeres, en especial de las mujeres diversas integradas al sistema del arte. Mantiene un modelo de gestión flexible y móvil con un carácter abierto, en formato red de trabajo colaborativa que le permite adaptarse a los desafíos del contexto.

 

Haz clic aquí para enterarte que dice Ibis Hernández (co-curadora Bienal de La Habana) sobre la 2ª. edición del Premio de Fotografía Feminista

Mira aquí las #3fotosvisiónfeminista premiadas + imágenes de autoras/or, y del mentoring con Magela en la 2ª. edición.

Ver #fotovisiónfeminista premiada + finalistas 1 edición

 

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© Imágenes: Cortesía de sus autoras y autores, Circuito Líquido

Mediación Artística en la 12ma. Bienal de La Habana

Esta semana la dedicamos a proyectos pedagógicos gestionados por artistasHasta donde hemos podido indagar, este tipo de prácticas no habían tenido un protagonismo en las Bienales de La Habana. Entre los proyectos presentes en la 12ma. Bienal, destaca el de Alicia Villarreal.

La artista chilena realizó dos ejercicios-talleres: Puntos de anclaje y Mapas de apreciación, donde la mediación artística constituyó un elemento esencial. Los ejercicios fueron concebidos  para estudiantes de Preuniversitarios que no estaban vinculad@s al ámbito artístico. En palabras de Alicia, eran jóvenes inquiet@s, dispuest@s a recibir desafíos. Días antes de su partida  tuvimos la suerte de conversar con ella  acerca de su proceso pedagógico. Compartimos con los amig@s del Circuito la entrevista realizada por Yenny Hernández.

 

No me interesa trabajar desde una institución porque lo que me motiva es esa zona de riesgo total, donde no tengo que responder nada, sino simplemente aventurarme a recoger esas experiencias. Es por eso que estoy muy contenta con los resultados que he obtenido en mis talleres.”

 

Desafíos y cintas de colores en la 12ma. Bienal de La Habana

Por Yenny Hernández

 

Yenny Hernández (YH): ¿Qué tipo de mediación usted ha desarrollado en sus proyectos? ¿De qué manera la ha puesto en práctica?

Alicia Villarreal (AV): Primero que todo, debo decir que he concebido dos talleres a desarrollar en esta Bienal. Uno se titula Puntos de Anclaje y el otro Mapas de apreciación. El primero lo planeé para llevarlo a cabo con la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, en el Edificio de Arte Cubano. El segundo ha estado basado en la interacción con determinadas piezas emplazadas en La Habana, cerca del Museo, que forman parte de la 12ma. Bienal.

En cuanto a la pregunta que me haces, he estado trabajando con chic@s que no están vinculad@s directamente con el mundo del arte. Son jóvenes inquiet@s, dispuest@s a recibir desafíos. Y esa es la idea: que alguien que no está en vínculo con el arte pueda calar profundo también en las interpretaciones. Son muchach@s que tienen palabras precisas para decodificar una obra y ponen esa decodificación en circulación. Precisamente, el taller los ayuda a eso, porque se discute, se profundiza y se enfoca más en los posibles sentidos.

YH: Entonces, ¿podemos decir que en sus talleres se produce una retroalimentación de sentidos y conocimientos. Y de esa manera, usted articula y facilita el diálogo con ellos y con el arte, los deja a una libre interpretación…?

AV: Sí, yo provoco el diálogo desde diferentes puntos, los confronto. En realidad no les estoy enseñando nada, sino que los incito a producir un conocimiento sobre el arte, y en el fondo ese conocimiento es colectivo, surge de la propia experiencia, del intercambio mismo con las obras.

En el Museo Nacional de Bellas Artes hicimos un primer ejercicio que fue seleccionar obras que representaran a la ciudad. Finalmente se escogieron cuatro piezas de la colección. L@s chic@s trabajaron en grupo y arribaron a interpretaciones que se extienden desde lo más amplio hasta lo más sintético, al punto de llegar a solo frases o palabras precisas. De esas interpretaciones hicimos una selección de las que más se correspondían con el tema de la ciudad. Las elegidas fueron escritas en unas cintas de 10 metros de largo, las cuales fuimos después colocando en distintos lugares durante nuestro recorrido por el espacio citadino, para así dejar ver cómo interactuaba la frase con la ciudad de hoy. Esto se hizo con el objetivo de ver si la interpretación que ellos realizaron de una obra que representaba la ciudad de La Habana en alguna época, tenía algo que decir en la actualidad. Por eso este ejercicio-taller se llama Puntos de anclaje[i]. Es como ir a buscar en la memoria un lugar de referencia que le dé pistas al receptor para entender el presente; y desde esas frases entonces buscamos lugares que pudiesen tener relación con las interpretaciones.

En mis talleres he ido registrando todo ese proceso por medio de las fotografías. Como resultado, hice una selección de imágenes y la manera de hacer público dicho proceso fue a través de un afiche que se mostrara en puntos específicos de La Habana. Este afiche se completó acá en Cuba con las fotos de l@s chic@s trabajando, los títulos de las obras, los lugares. En el fondo, lo que se produjo fue un encuentro azaroso, de reflexión profunda y recorrido por la ciudad en la búsqueda de hechos: de una obra, de una interpretación, de un lugar.

Por otro lado, el recorrido concebido para el otro taller, titulado Mapas de Apreciación, fue a través de obras de la 12ma. Bienal emplazadas en La Habana Vieja. Este trabajo, aunque era mucho más amplio, fue más directo, porque quise establecer una cadena asociativa a partir del encuentro con la obra, con el artista, y que de eso surgiera una cantidad enorme de asociaciones posibles bajo cuatro canales: la memoria como la historia colectiva, el deseo como esperanza de lo anhelado, la semejanza como la metáfora y la biografía. Desde esos puntos de partida emergieron conceptos múltiples generados a partir de la obra. Esas palabras de definición se pusieron en las fichas y estas se exhibieron lo más cerca posible de las obras como una lectura muy abierta. De este modo quienes las vean no leerán una interpretación solamente sino que tendrán posibles entradas a la obra, todas muy distintas.

Se genera entonces una especie de pensamiento paralelo a la obra que queda ahí registrado en las fichas. Entonces, la persona que las lee y ve la pieza tiene la posibilidad de entrar por su propia interpretación y también a partir de lo que aparece escrito en las fichas.

YH: ¿Por qué ha seleccionado a jóvenes de preuniversitario para desarrollar sus talleres?

AV: Este ejercicio requiere de chic@s con cierta madurez que ya tengan herramientas como para crear conocimientos, pero al mismo tiempo con pensamientos nuevos, originales. Es una edad muy especial, son pre-universitarios, que es antes de entrar a una disciplina, antes de especializarse, pero también con ciertas herramientas reflexivas para nuclear un pensamiento propio.

Mi objetivo es que el arte les comunique algo a ell@s de forma absolutamente personal y particular. El arte se abre como un espacio en el que tienen que ir a buscar determinada información y siempre la hallarán, y además donde se van a encontrar con ell@s mism@s de alguna manera. Eso es hermoso, porque con esa experiencia ya van a quedar, en gran medida, interesad@s por el arte.

YH: Luego de todo el trayecto recorrido, ¿cómo ha sido su experiencia dentro de un contexto como el cubano y con est@s jóvenes?

AV: Creo que hay una cosa muy bonita que es la edad que tienen. Son muy lúdic@s, pero están muy atent@s a todo lo que pasa, son muy receptiv@s, al mismo tiempo piensan mucho y entonces es una interacción muy fluida, muy energética, muy interesante. Son abiert@s, seri@s en la reflexión y a la vez simpátic@s, y eso es extraordinario. Toman el desafío. Te dejan sorprender cuando se lo proponen.

YH: ¿Responde usted a políticas institucionales para llevar a cabo tales proyectos?

AV: No. Mi trabajo no intenta insertarse en las filas institucionales, sino que pretende instalarse como una reflexión en el ámbito artístico. La materia de obras es un intercambio, un diálogo, y el producto de ese diálogo es la obra. Poder generar un pensamiento es el quehacer como obra.

No me interesa trabajar desde una institución porque lo que me motiva es esa zona de riesgo total, donde no tengo que responder nada, sino simplemente aventurarme a recoger esas experiencias. Es por eso que estoy muy contenta con los resultados que he obtenido en mis talleres.

 

[i] Ejercicio realizado con la colaboración del Dpto. de Servicios Educacionales del Museo Nacional de Bellas Artes.

 

Alicia Villarreal comparte la actividad creativa con la docencia. Ha desarrollado una obra procesual agrupando una serie de trabajos en torno a proyectos pedagógicos, generando piezas interactivas que dan origen a diversos registros, tanto objetuales como videos, obra gráfica y fotografía. Si tienes interés en conocer más sobre la obra de Alicia Villarreal, puedes visitar su sitio.

En el sitio de la Bienal
Breve síntesis curricular de Alicia Villarreal + imágenes de algunas de sus obras

Imágenes: Cortesía de Alicia Villarreal

Taller Imagen, Sentido y Representación

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