¿Existe una fotografía feminista en Cuba?
¿Todas las fotografías realizadas por mujeres hablan de género?
¿Creen los fotógrafos en etiquetas?
¿Qué pautas se están asumiendo como espejos?
El Premio en cifras + perfiles profesionales + temáticas abordadas
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Fotografía feminista en Cuba, golondrina sin verano
Por Grethel Morell
Para AA

El Premio de Fotografía Feminista en Cuba, convocado por Circuito Líquido, ha sido un reto; tanto para participantes como para gestoras. Establecer diálogo creativo desde teorías y prácticas feministas en el arte actual de esta región del Caribe, es complejo; más cuando se apuesta por una cultura visual óptima, efectiva; cuando se busca pactar concordia entre contenido y propuesta; cuando se persigue una trama congruente que nivele obra, enunciado y compromiso, eludiendo maniqueísmos y posturas extremas como todo arte de excelencia pretende.

Wanda Canals, Selfsupporting II, Mención Premio Fotografía Feminista
Hay que partir del hecho de que no existe aún una categoría de fotografía feminista cubana, midiendo desde La Habana y confrontado líneas con eventos de similar proyección (casi todos de iniciativas independientes). En este instante, no se puede asentar un obrar fotográfico feminista contemporáneo hecho en Cuba, de estilo absoluto, grupo creativo o de acción. Hay imágenes, hay firmas, que de modo intermitente o a la par de otras maneras de fotografiar, lanzan expresiones de matiz feminista. O algunas que conscientemente coquetean, se visten por momentos de ese arte de defensa; aunque la mayoría lo conciben desde un enfoque de género.
De ello sí vale afirmar: hay en este país fotografía y acciones performáticas conservadas fotográficamente con visión de género. Desde las adveridas clásicas (Marta María Pérez, Cirenaica Moreira, Lidzie Alvisa, por mencionar algunas), hasta las miradas recién egresadas de la Universidad de las Artes. Figuraciones creadas por profesionales de la cámara, que nutren un acervo fotográfico pulsante, múltiple, inquietante, más de lo previsto, pero sobre todo necesitado de espacios, confrontación, encauzamientos y revisitaciones serias.
Comparto dos ángulos que se tornan agudos en nuestro contexto, desde la recepción e interpretación de la imagen. Cuidado con las posturas reduccionistas y el análisis artificioso de las obras cuando de asimilar conceptos del feminismo se trata. El primero se evidencia al querer tejer por la misma hebra a todas las creadoras. No necesariamente por ser mujer se hace arte feminista y no todas las fotografías aportadas por mujeres hablan de género. El segundo, es mejor individualidad profunda, que multitud alígera. Es más respetable la deconstrucción de una pieza, un discurso artístico, desde preceptos, basamentos teóricos sólidos; que aunar disímiles tramas e instauraciones femeninas bajo formulismos altisonantes, en boga, pero livianos en su empleo. La inercia de un esquema se vuelve peligrosa, contraproducente. Ejemplifico en otro lenguaje, no todas las fotógrafas son propicias para llenar exhibiciones y textos que pretenden explorar género, y en cuanto a imágenes, no todo elemento portador de una simbología de rudeza, utilizado desde un argumento plural, hablará per sé de fragilidad o violencia. Se precisan hoy tantas escalas en la crítica como en las obras.
El concurso
En esta primera edición del Premio… se recibieron más de un centenar de obras, bajo la autoría de diversas formaciones y procedencias (autodidactas, academicistas, docentes, profesionales, publicistas, fotorreporteras, fotorreporteros, personas aficionadas, historiadoras). A las derivaciones de los estudios académicos de la imagen, en su versión privada, se les sugiere tomar esmero en el manejo de los lenguajes y eludir saturación de patrones.
Se acogieron fotografías de varias zonas de la Isla, con predominio de un obrar heterogéneo e interpretación abierta de temática y motivaciones. Sobre estas últimas es de apuntar la necesidad de un mayor rigor en su articulación y de una coherencia total entre las ideas expresadas en la escritura y las ideas que sustentan la fotografía. Estamos hablando de un arte que viaja de la experiencia personal a la narrativa visual. Un arte preciso, convincente. Fotografías resultantes de un registro de performance (por cierto, nadie apostó por este sendero), imágenes construidas en pos de un fundamento o aquellas robadas de la realidad en franco sentido de ensayo o documentalismo.

FranK Lahera, MmuuJJeerr
Sobrevino una casi equitativa participación de artistas sin distinción de sexo. ¡Bravo por los ellos que no creen en etiquetas! Se mostró prevalencia de fotografía digital, de composiciones preparadas, uniformidad de técnicas y un balance nivelado entre imágenes a color y las legendarias escalas de grises. En general, se respiró mesura en los riesgos de planos y encuadres, así como discreción en el máximo beneficio de la luz.
Desde el concepto de la imagen marcó un tanto la diversidad. Emergieron desde las tradicionales estipulaciones de mujer blanca, madre, heterosexual, apocada en el silencio o la (auto)reclusión; hasta las visiones más contemporáneas del discurso lésbico y transexual, pasando por la noción de travestismo y los sujetos queer en la representación fotográfica. Es de reconocer la intención de asumir y expresar las diferentes maneras de feminidad, sexualidad y posturas inclusivas en la creación participante, en sintonía con los tiempos e idearios que corren. Como también es de inquirir en las pautas que se están asumiendo como espejos, modelos sin cuestionamientos, en detrimento de una eficaz solución de imaginarios.

Maribel Amador, S/T
Se han descuidado la arqueología de la imagen, la eficacia de los subtextos, la relación sutil entre estética y enunciado. Se vive redundancia de los motivos, reiteración de estereotipos; proclive en diálogos con lo travestido y con la opresión del ente femenino. Esto último ceñido a lo físico y a estándares sicosociales ¡Hay tantas formas de violencia, desde los enclaves íntimos hasta los macroespacios! No cuestiono que se repitan los objetivos fotográficos, si no la creatividad disminuida y los enfoques para interpretarlos.
Pocas utilizaron sus cuerpos como cauce. Mínimo el peso autoreferencial y la autoimagen, paradójico en una tendencia tan afín al género. Por otro lado, se replican esquemas visuales del patio. Favorable es desapegarse de salidas estéticas propias de fotografías y artistas íconos de nuestra historia del arte; a no ser que la finalidad sea una apropiación consciente.

Misladis González, de la serie De mi Vagina enojada y otras historias…
Esbozar otros pasos sobre corduras feministas aportaría riqueza a posteriores eventos. Ayudaría indagar en esferas como la mujer rural, las madres solteras, los patrones de belleza y la cosificación mediática y sexual de la mujer, el desbalance de responsabilidades y exigencias, el ciberacoso, la trampa del fluido corporal condicionante del género, la asimilación en nuevos escenarios de otras convenciones de lo femenino, el homenaje suspicaz a grandes mujeres cubanas del universo creativo, de la intelectualidad. Un arte de directriz y de acción, artistas comprometidas y comprometidos con los conflictos de su época y contexto. ¿No hay otra Ana Mendieta? Pudiera.

Jessyca San Román, Zipp
No se ha de cejar en la búsqueda y conciliación de este arte. El Premio de Fotografía Feminista ha de tener nuevas ediciones, con su atípico valor agregado del Encuentro con Expertas post-premiación. Ágora para crecer y quebrar formulismos vanos. Demostrado queda, un solo certamen y breves encuentros no alcanzan cielos. Al menos, no en este tema. Se requiere más. Desde el empeño y la constancia hay que sembrar caminos, educar, visibilizar, confrontar. Se pretenden espacios y labores, más golondrinas y verosímiles estaciones.
Y a ti ¿qué otras “golondrinas” y “estaciones” te gustarían que existieran?
Todo lo que necesitas saber sobre el Premio de Fotografía Feminista y del Encuentro con expertas
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Te esperamos en la 2ª. edición del Premio de Fotografía Feminista de Circuito 😉