Me planto. El cerco sobre el aborto
Por Thais Gaes
El aborto, practicado en Cuba desde antes de 1959 y establecido como derecho legal y asistido dentro de los servicios médicos gratuitos a partir de 1965, podría empezar a verse cercado por el insólito auge de grupos religiosos fundamentalistas en un estado laico.

Marta de la C Pérez, Planificación Familiar, foto concursante 2ª. edición Premio Fotografía Feminista
“Si en los albores del siglo XXI, la Revista de la Modern Language Association of America (MLA) invitaba a reflexionar sobre el estado de la teoría feminista, debe ser porque hay un problema” [1]. Corría el año 2006, apenas comenzaba el tercer milenio, cuando la publicación norteamericana convocó a este llamado. Doce años han transcurridos y las noticias no son nada halagüeñas para los movimientos feministas en el mundo. El asunto, desde entonces, se ha duplicado, como mínimo, no digamos ya para las feministas, sino para las mujeres todas. Por otro lado, “el problema” ha estado transformándose en “los problemas”.
Recientemente el senado argentino rechazó la aprobación de la Ley de aborto en ese país. Por estrecho margen, aunque suficiente para dejar a la nación más poblada del continente con una ley que data de 1921 referente a la interrupción del embarazo.
La concepción no deseada es ahora mismo un tema candente tanto en las calles como en las agendas políticas de varios países de América Latina. En Brasil y Chile grupos conservadores están presionando para que retorne la penalización del aborto sin importar motivos. No fue hasta el pasado año, luego de campales y prolongadas batallas, que se aprobó en Chile por tres causales.

Una mujer que lleva un pañuelo con un útero bordado participa en una marcha a favor de un proyecto de ley respaldado por la presidenta Michelle Bachelet, para legalizar abortos solamente en tres situaciones específicas. Crédito Esteban Felix/Associated Press
Me llama fastidiosamente la atención los grupos denominados Pro vida. No es por la vida de las mujeres gestantes que elevan sus clamores. Se indignan porque una mujer desee interrumpir un embarazo no deseado, sin embargo, sus conciencias permanecen tranquilas a sabiendas de que muchas mujeres tienen que someterse a abortos inseguros, clandestinos, lo mismo en pésimas condiciones de sanidad que practicados por personas no facultadas para ello.
A tal punto soslayan la existencia de derechos sexuales y reproductivos: decisión libre, consciente y voluntaria de las parejas y/o mujeres para determinar número de hijos y espaciamiento entre ellos; planificación familiar que no se circunscribe solo a las mujeres. El derecho a informarse, el acceso a servicios médicos gratuitos, a usar anticonceptivos. El compromiso global de gobiernos y sus respectivas carteras gubernamentales de garantizar la disponibilidad de métodos anticonceptivos. De igual modo, proveer una educación sexual responsable mediante programas, campañas, planes de enseñanza, etc… a nivel nacional.

Protestas a favor y en contra de la despenalización del aborto en Argentina. Credito Damián Dopacio/Agence France-Presse — Getty Images
Las argentinas exigen el derecho al aborto legal y seguro. Empero los Pro vidas obvian el hecho de que estos embarazos puedan ser producto de una violación, de engaños; los riesgos que pueden entrañar para la vida de la madre o el feto, malformaciones congénitas, daños biológicos, psicológicos, afectivos.
[pullquote align=”left|center|right” textalign=”left|center|right” width=”30%”]El 8% de las muertes maternas a nivel mundial se deben a abortos inseguros.
Al menos 22 800 mujeres mueren cada año debido a complicaciones durante estos procederes.[/pullquote]
Mucha gente dirá que, qué me importa a mí esto, si en Cuba es legal y asistido desde el siglo pasado por el Ministerio de Salud Pública. Resulta que en las últimas semanas el matrimonio igualitario, y ahora el aborto, levantan ronchas. El conflicto sale a relucir en medio de una coyuntura única que vive la nación en estos meses: la discusión del proyecto de Constitución de la República de Cuba, que entrará en vigor en 2019.
Lo del matrimonio igualitario molesta sobremanera, y ni siquiera está en la carta magna vigente. Espero, como muchos cubanos y cubanas, lo incorporen al proyecto de constitución que empezó a discutirse por estos días. Continuar ignorándolo sería aferrarse a la era de piedra.
La unión conyugal de parejas no heterosexuales es una conquista aún por alcanzar, en cambio, el aborto en Cuba no es ninguna novedad. Desde 1936 se despenalizó bajo determinadas circunstancias, y a partir de 1965 se realiza en centros hospitalarios por personal facultado para ello, con las debidas condiciones higiénicas sanitarias.
Si semanas atrás emergió un conflicto en las redes sociales debido a la propalación de una carta infausta y un cartel aparecido en varios lugares públicos que apelaba a la “familia original”, opuestos a familias no heteronormativas y con ello al reconocimiento de los deberes y derechos que les correspondería como núcleos reconocidos constitucionalmente; si hubo que hacerle frente al fundamentalismo de algunos grupos religiosos, compartiendo y pegando a su vez un cartel con el diseño de distintos tipos de familias, es porque lo que dábamos por sentado no es infalible ni de lejos. Erramos al minimizar a estos grupos, pasándolos por alto e ignorando la influencia que creíamos no tenían. Nada más lejos de la realidad.
El aborto, y en su momento el matrimonio igualitario, no es y no serán logros exclusivos de un colectivo, no son para la Revolución, son para las generaciones presentes y futuras, son nuestros y sus derechos individuales, familiares, civiles, sociales. Nos competen a todxs los ciudadanxs por igual.
Ante ciertos hechos y temas que para mí son intocables, y el aborto es uno de ellos, no puedo ni quiero permanecer inerte. La concepción tiene lugar entre dos, pero la crianza de la descendencia muchas veces involucra a otros miembros de la familia, los que cuentan con ella, claro. El costo espiritual y material está muy lejos de ser barato, peor si eres madre o padre solterx.
La historia ha demostrado que las conquistas no siempre son perdurables, y sí muy vulnerables. Si la Constitución afirma que el socialismo es irrevocable, el aborto como derecho también. Mi cuerpo es mío y las decisiones concernientes a él las tomo yo. Si hablo del aborto lo hago sin ambages porque conozco y estoy consciente de los derechos que en esa materia me asisten, que no son ni más ni menos que mis derechos sexuales y reproductivos.
Planto bandera por ellos.
[1] “I am not a Feminist, But…”: How Feminism became the F-word, PMLA, 121, 5, octubre 2006, pp. 1735-1741. En “Yo no soy feminista, pero…Cómo feminismo se convirtió en la palabra impronunciable”. Denken Pensée Thought Mysl… E-zine de Pensamiento Cultural Europeo. Selección: Desiderio Navarro. Vol. 1, Nros. 1-25, febrero 2011-abril 2012, pp. 135-146.
+ de Thais Gaes
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1 comentario
Sobre el aborto libre:
Exigimos con vehemencia que se respeten nuestros derechos.
Resulta que ahora los animales tienen más derechos que los seres humanos en desarrollo.
En muchos países te llevarían detenido por matar un perro, sin embargo por terminar con la vida de un bebé en desarrollo, es decir, por abortar libremente, la ley te protege.
¿Por qué exigimos nuestros derechos pero desconocemos nuestros deberes?
¿Por qué exigimos respeto por nuestra vida pero no respetamos la vida de un ser humano que está en gestación?
¿Por qué ese bebé, desde la unión del espermio con el óvulo, tiene un ADN distinto al de la madre que lo contiene?
¿Por qué moralmente no es lo mismo cortarse una uña que abortar un ser humano en desarrollo?
¿Por qué no queremos darnos cuenta que para abortar un ser humano en desarrollo de 12 o menos semanas tiene que ser desmembrado y descuartizado?
¿Por qué te cuesta tanto entender que tú tienes 12 semanas?