Feminista… a mi manera

¿Por qué llamarse feminista es como una letra escarlata para algunas directoras de cine, guionistas; gestoras, productoras, artistas mujeres…?

¿Por qué temerle al feminismo y a declararse como tal públicamente?

Lee la  #Microhistoria de Thais.

Imagen: AmecoPress

Feminista… a mi manera

Por Thais Gaes

Cada vez que escucho a una mujer reconocida en su campo profesional negar enfáticamente que es feminista, me pregunto si tendrá noción de qué es el feminismo. Pongamos, por ejemplo una realizadora audiovisual, fotógrafa o una gestora.

Resulta grato escuchar sus historias de vida, sobre todo cuando señalan que se sienten plenas como mujeres en sus respectivas carreras. Celebro con orgullo sus éxitos en terrenos dominados exclusivamente por hombres, como lo es el cine, la fotografía y la gestión artística. Sin embargo, esa alegría pronto empieza a desvanecerse cuando acto seguido las mentadas aclaran, para que no quepa margen a dudas, que ellas no son feministas ni tienen nada en contra de los hombres.

Las feministas no somos enemigas de los hombres -aclaro que hay hombres feministas-. No nos creemos superiores ni inferiores. Tampoco somos iguales por obvias razones biológicas, además de culturales, sociales, entre otras.

El feminismo aboga por la igualdad entre los géneros, empero esto no significa que todxs tenemos que ser iguales, sino que podamos disfrutar de los mismos derechos indistintamente de nuestro sexo, género, identidad de género, orientación sexual.

Tampoco ser feminista te convierte en buena o mala persona. Los valores y principios de cada quien responden a otras causas, determinadas en primera instancia por la educación –crianza, instrucción, formación, familia, escuela, amigxs, trabajo, barrio, etc.

Me pregunto de dónde proviene tanto resquemor ¿Por qué temerle al feminismo y a declararse como tal públicamente?

El asunto se vuelve aún más candente en las propias paradojas de estas mujeres mencionadas al inicio, todavía más si son emprendedoras. He escuchado a varias narrar en detalle -incluso he sido testigo- cuánto sacrificio y esfuerzo les ha costado granjearse apoyos y gestionar recursos para sus proyectos. No obstante, son incapaces de reconocer que si están ahí es porque han tenido que luchar también contra incontables obstáculos debido al hecho de ser y asumirse como mujeres.

Algunas administran y/o lideran sus emprendimientos a cuenta y riesgo de sus bolsillos, abriéndose paso a duras penas entre trabas puestas expresamente a ellas. Todo eso sin dejar a un lado muchas la doble jornada laboral: profesional y doméstica. Otras intentan reducir inequidades en sus equipos de trabajo propiciando la paridad entre hombres y mujeres. Tratan de que exista la mayor equidad posible en cuanto al acceso de oportunidades educativas y profesionales para sus colegas.

Magineras en la Casa de las Américas. Asociación de Mujeres Comunicadoras, Magín Cuba. Imagen: IPS

Danae Diéguez, fundadora del proyecto Mirar desde la sospecha. Panel ¿Las mujeres filman diferente a los hombres?, Uneac, 2011. Imagen: IPS

La cineasta y feminista Marilyn Solaya dialoga sobre su filme Vestido de Novia. Seminario Luc Chessex en Cuba: miradas de género, organizado por C. Líquido

En público comparten su admiración hacia otras mujeres que les precedieron e inspiraron en sus vidas. Fueron sus profesoras, tutoras, sus paradigmas. En consonancia y continuidad con ese legado, ellas mismas son un ejemplo para sus sucesorxs.

Aun así llamarse feminista es como una letra escarlata* de la que rehúyen a toda costa, como si con ello cargaran con un peso de vergüenza sobre sus hombros. Ignoran que si hoy tienen derecho al voto, es porque un grupo de sufragistas mujeres lucharon en el pasado para poder elegir a quienes las representarían en el gobierno y en el parlamento. Ningún hombre tomó esa iniciativa.

Hasta donde la Historia nos recuerda: el divorcio, el aborto, la patria potestad de los hijos, la custodia, la titularidad de una propiedad, de una cuenta en el banco, ocupar cargos ejecutivos, etc… fueron batallas campales de años y siglos hasta que se convirtieron en derechos amparados y regulados jurídicamente. Nadie los regaló, tuvieron que lucharlos las mujeres.

Cada logro fue una contienda en sí mismo. Costaron vidas, humillaciones, cárcel, vejaciones, pérdidas, desalojos, juicios, violaciones.  El precio fue tan alto y el costo tan sangrante que lo menos que se puede hacer es defender esos derechos y protegerlos.

Lamentablemente se tiende a olvidar a esas mujeres que lucharon por lo que tenemos hoy. Se omite lo que hicieron en el pasado y el lugar que les corresponde como referentes en el presente. Es el legado trunco que hemos heredado y recibirán a su vez las generaciones futuras como sigamos negándonos a nosotras mismas, un relato cargado de prejuicios y rezagos misóginos.

La Historia de la Humanidad -que no la del hombre, como predomina en la bibliografía universal- es masculina porque ha sido contada mayormente por esta representación poblacional. Hay más héroes que heroínas porque a ellos les interesa legitimar a sus congéneres, ponerlos de valientes guerreros mientras que a las mujeres las colocan de sirvientas o enfermeras, de esposas o hijas, de amantes, putas o brujas, o son objetos de inspiración de las obras.

Hasta la religión los privilegia. A ellas por el contrario su sino les depara pecados y desgracias como a Lilith, Eva, Dalila, Maria Magdalena, Carmen, Juana de Arco, etc…

 

Imagen: AmecoPress

No olvidar que en este minuto en varios países de América Latina se penaliza a las mujeres por interrumpir el embarazo. Se les condena a años de cárcel incluso si el aborto es involuntario. En esos casos el código penal es implacable. Sin embargo, al momento de solicitar la licencia de cuidado postnatal las leyes son laxas para dirimir el tiempo que le correspondería a cada progenitor equitativamente, en aras de que ambos puedan disfrutar de su maternidad y paternidad por igual.

El acceso a oportunidades profesionales dista a más kilómetros de nosotras que de ellos. Nos restriegan las cifras de directivas, pero seguimos estrellándonos contra el techo de cristal. Nadie dice que buena parte de esas mujeres implantan estilos de dirección masculinizados porque temen que no se les respete. Se construyen por consiguiente un personaje basado en el arquetipo falocéntrico de macho varón.

Portada ebook. Editado por Cubaposible

Intervención de la Dra. Norma Vasallo, Presidenta Cádetra de la Mujer UH en el Panel Mujeres en el cine organizado por la Casa del Festival de Cine de La Habana como antesala al Laboratorio Escritura audiovisual para mujeres guionistas organizado por C. Líquido

 

 

 

 

 

 

 

 

Me consta en carne propia que es difícil romper con siglos de enseñanza heteronormativa. Que nos lo digan a nosotrxs que lo sufrimos a diario batiéndonos con oponentes, aunque cabría decir opositorxs, de todo laya, y a veces entre nosotrxs mismxs.

 

Anna Serner. Imagen: Marie-ThérèseKarlberg, Instituto del Cine de Suecia, El diario.es

Hace unos meses asistí al panel Mujeres en el cine en la Casa del Festival, en La Habana. La mesa estuvo conformada por mujeres de varios perfiles: dirección, dirección de arte, guion, actuación, producción. Cuando se abordó el tema de las inequidades, una de ellas ilustró la situación positiva de las cineastas en Suecia dada las facilidades que tienen para la producción de sus metrajes, concluyendo que: “las suecas tienen suerte de poder hacer sus películas”.

Como bien dice una sabia amiga: las suecas no tienen suerte, tienen políticas audiovisuales. No debemos confundir suerte con derechos ni con legislaciones.

¿Por qué tienen que sentirse privilegiadas por dedicarse a una carrera en la que a sus pares masculinos no les ponen trabas por ser hombres? Encima de todos los obstáculos con los que tienen que lidiar: financieros, jurídicos, logísticos, políticos, existenciales…también tienen que enfrentar el sexismo.

Conozco a varias realizadoras que a pesar de afirmar rotundamente no ser feministas, – una sola de las participantes en el panel lo era, por cierto- curiosamente sus historias fílmicas tratan más de mujeres subversivas que tradicionales.

Nadie les quita razón porque detesten “las etiquetas, tampoco les gusta que le pongan calificativos de género a su obra. Pero por favor, limítense a hablar de feminismo como si fuera un crimen, una palabra sacrílega, tanto más si ignoran su significado.

El feminismo ha ganado derechos que por siglos fueron restringidos. Ha ofrecido -continúa haciéndolo- alternativas, caminos, sueños y esperanzas que antaño fueron vedados para una parte importante de la población mundial. En este instante, mientras escribo, se investigan las causas de un presunto feminicidio de Leydi Laura García Lugo, de 21 años en Villa Clara. Mientras estamos a la espera de una ley que tipifique la violencia de género en el país, continuamos soportando el acoso callejero. Aprendí de feministas que no tengo que responder ningún piropo, no tengo que darle gracias a ningún acosador que se cree que me está elogiando.

Meme feminista

Defiendo el feminismo porque es mi elección de vida. Lo hago a mi manera como todos los que creen y luchan por sus convicciones. No se me ocurriría presionar a nadie para que sea algo porque entiendo que esa decisión debe partir de la propia persona.

Pero ya va siendo hora de empezar a reeducarnos, desaprender y aprender. Que es un proceso de crecimiento e interiorización no exento de turbulencias, lo es, más necesario para lograr un pensamiento pluridiverso e inclusivo que igualmente es feminista.

 

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Magela-Romero-Almodovar

 

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Con la colaboración de Magela Romero

  • No etiquetes sobre la base del desconocimiento. Estudia sobre Feminismo, de modo que puedas comprender la importancia histórica de este movimiento político e ideología en el establecimiento de sociedades más justas.
  • Consulta datos relativos a la participación de las mujeres en la industria cinematográfica y descubre a través de estos, la poca participación y protagonismo que aún tienen las mujeres en campos como el guion, la dirección, la producción o juntas directivas, a pesar de la feminización de los estudios relacionados con el audiovisual.

 

*La letra escarlata, novela del escritor estadounidense Nathaniel Hawthorne. Su protagonista, una joven madre soltera, fue condenada a vivir en la periferia de la localidad donde residía; además de ser castigada a llevar de por vida una letra A escarlata en su pecho como símbolo y recuerdo de su pecado, por el cual sufrió escarnio.
Este post expresa el punto de vista de su autora.
Texto escrito especialmente para la sección #MicrohistoriaMujeres. Se prohíbe su reproducción en cualquier medio o formato sin la autorización expresa de la autora y Circuito Líquido.
© Imagénes sus autorxs

 

 

“Ser feminista no es solo cosa de mujeres”. Descarga PDF y disfruta la lectura de Todos deberíamos ser feministas, de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi; un texto con el que conectarás desde la primera línea

 

 

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