Fotografía feminista en Cuba: el curso de un concurso

Desde una mirada feminista la experta Magela Romero mapea la 2ª.edición del Premio de Fotografía Feminista.

Aquí tienes un avance de los principales ejes del texto.

¿La presencia de mujeres al otro lado del lente garantiza que la propuesta sea de naturaleza feminista?

¿Las fotografías concursantes provocan el repensar de prácticas sexistas a nivel social e individual?

¿Qué debates se produjeron en el espacio de mentoring?

¿Cuáles son los desafíos identificados por el equipo gestor para la 3ª. edición?

¿Qué ha significado para  Magela Romero en lo personal y profesional participar en el certamen?

Fotografía feminista en Cuba: el curso de un concurso

Por Magela Romero

 

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Felko Calderín, Estampida

Develando el poder simbólico de la fotografía

El quehacer fotográfico ha estado históricamente marcado por la prevalencia de la cultura hegemónica patriarcal. Este ha sido una práctica que, a través del lenguaje artístico, ha reflejado la fuerza de un sistema de dominación machista que ubica a las mujeres y a lo femenino, en sentido general, en una posición de vulnerabilidad total, en tanto les invisibiliza, excluye, ridiculiza y oprime haciendo alusión a lo tradicionalmente “bello”.

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Jorge Luis Rodríguez, La mejor arma

La foto no es sólo una imagen, sino el resultado de un acto social que no puede entenderse de manera descontextualizada o desconociendo cuáles son las razones que le originan. Detrás de cada cámara hay una persona y en la imagen que capta y/o construye cobran sentido aspectos discursivos que suponen no sólo una ideología, sino un posicionamiento respecto a los más diversos ejes de poder que atraviesan la realidad.

Cuando el sociólogo francés Pierre Bourdieu aludía al poder simbólico, llamaba la atención sobre estos elementos jerarquizantes que, de tan naturalizados, pasan inadvertidos para la mayoría. Según este autor, este poder «invisible» “logra imponer significados e imponerlos como legítimos disimulando las relaciones de fuerza en que se fundan” (Bourdieu y Passeron, 2001).

La fotografía, como expresión cultural, constituye parte del andamiaje que usa este poder simbólico para desplegarse rutinariamente en la vida social. Como lenguaje codificado y decodificable, resulta una manera de representar la realidad y de entenderla de forma acertada o no respecto a los patrones de justicia y equidad. Por ello, pensar una obra fotográfica desde una perspectiva crítica remite necesariamente a la reflexión sobre la naturaleza de los símbolos discursivos que utiliza, las características del diálogo con la realidad que propone y en última, o mejor en primera instancia, su intención.

Debe entenderse que el artista o la artista no siempre pretenden legitimar el sistema social y cultural al que hacen referencia; puede que el propósito que persiguen sea totalmente diferente y se trate de una propuesta que denuncie, rompa cánones y subvierta el orden imperante.

El curso de un concurso

El Concurso de Fotografía Feminista, una experiencia que arribó a su segunda edición (marzo-abril), se va instalando como una buena práctica en el quehacer feminista cubano.[1] Esta iniciativa, gestionada desde el espacio Circuito Líquido [2] que dirige Ada Azor (gestora artística), se construye con la intención de: estimular la creación fotográfica con perspectiva de género en el país, ofrecer herramientas teóricas y prácticas que permitan develar el poder simbólico de la fotografía, intercambiar sobre la obra feminista de artistas que han denunciado al patriarcado desde obras que hoy pueden valorarse como icónicas, reconocer el quehacer fotográfico de algunas que, como Ana Mendieta, han marcado el camino y potenciar una práctica fotográfica que cuestione la violencia simbólica en relación al género a partir de propuestas que no sólo intencionen la contemplación del mundo, sino su transformación analítica y renovadora.

Vale señalar que la dimensión de estas convocatorias rebasa los marcos temporales que se fijan en cada llamado, así como los límites espaciales donde se producen los encuentros con los participantes de cada edición para sensibilizar, formar, intercambiar o premiar. Téngase en cuenta que el sentido educativo y constructivo que se teje desde este espacio va más allá; pues su meta, en última instancia, constituye el impulso educativo-creativo para repensar quehaceres artísticos y abrir las puertas a nuevas obras que dialoguen y sean expresión de la ideología feminista.

Por ello, cuando se alude a los logros de este concurso, resulta limitado referirse a los números o a la existencia o no de un/una artista galardonado/galardonada con el añorado premio; ya que el verdadero mérito se ubica en el plano de lo cualitativo y en los avances que en términos de sensibilidad y conciencia feminista se han logrado, aunque los números también demuestran el impacto favorable de esta iniciativa en el gremio de fotógrafas y fotógrafos de Cuba.

En relación al pasado año, esta 2ª. edición contó con un número superior de obras procedentes de los más diversos rincones del país. Los trabajos presentados develan la relación cultura patriarcal-cotidianidad no sólo en contextos citadinos, sino también en los rurales. De igual modo se debe señalar que llegaron propuestas foráneas, las cuales fueron descartadas por no cumplir con el requisito de ser cubanas.

La mayor parte de las fotografías concursantes provocan el repensar de prácticas sexistas a nivel social e individual, a partir del uso de símbolos discursivos que ponen en tela de juicio valores y normas machistas que hasta nuestros días se presentan “inamovibles e incuestionables”; presentan una estética que no siempre complace a los patrones seculares androcéntricos. En una parte importante de las obras presentadas dejan de tener centralidad sujetos artificiales, maquillados y “perfectos”, para cobrar protagonismo mujeres y hombres terrenales, que viven sus feminidades y masculinidades de las más diversas formas.

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Carmen A. Aranda, S/T (fragmento)

Otro aspecto a destacar es la variedad de temáticas abordadas, las cuales constituyen una expresión de la multiplicidad de inequidades sociales existentes en el país, asociadas al género. Entre las problemáticas abordadas destacan: la violencia de género (en especial: la física, la psicológica, la sexual (el acoso, la violación), las consecuencias psicológicas y sociales del aborto, las diferencias entre ideal y práctica de la maternidad, la maternidad adolescente, la falta de legitimidad social y jurídica del matrimonio gay, los tabúes en torno a la masturbación femenina, la sobrecarga de las mujeres en relación al cuidado y las labores domésticas, las nefastas consecuencias sobre la salud y autoestima de las mujeres de los modelos tradicionales de belleza, la vejez, la división sexual del trabajo y las trabas visibles e invisibles que encuentran quienes se insertan en oficios no tradicionales, aspectos diversos relacionados con la identidad sexual y de género, los obstáculos de las mujeres para vivir a plenitud su sexualidad, la cosificación de la mujer, entre otros.

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Yamel Santana, Violencia física (fragmento, tríptico), del ensayo El silencio del miedo

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Sadiel Mederos, Niña fugaz

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Jennifer Montesinos, El grito

Resultó interesante también la creatividad de los autores y autoras en torno a los títulos de las obras y síntesis acompañantes en cada propuesta, en tanto facilitan la comprensión de los motivos que provocaron el quehacer y el/los objetivo(s) que persigue(n) la(s) foto(s).

El grupo de artistas participantes se caracterizó por su diversidad, no sólo respecto a sus trayectorias profesionales, quehaceres artísticos, edades y/o territorios de procedencia. Fue revelador la participación de un número considerable de fotógrafas jóvenes; pues aunque se sabe que la presencia de mujeres al otro lado del lente no garantiza per sé que la propuesta sea de naturaleza feminista, la incursión de ellas supone un cambio en el modo de acercarse al mundo a través de la fotografía y la paulatina transformación de un gremio que hasta nuestros días ha permanecido masculinizado.

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Amanda Martínez, S/T

En relación a la tenencia o no de herramientas para aproximarse a la sociedad desde la perspectiva de género, se debe señalar que no todos/todas los/las participantes demostraron igual dominio. Algunas fotografías fueron ejemplo de la ausencia de recursos para romper con patrones sexistas que conllevan a la presentación de una imagen en la que, quizás con la mejor de las intenciones, se siga presentando a la mujer como objeto de contemplación o belleza, se utilice el desnudo para agradar la mirada de quien busca placer en una obra que debe denunciar las complejidades y problemas asociados a ofrecerlo o a sentirlo por parte de ellas o se recurra a la domesticidad como única alternativa para cuestionar el modo y la magnitud en que el sistema de dominación masculino les afecta. Por otra parte, algunas propuestas denotan la repetición de recursos en relación al modo de hacer de artistas que le preceden, un hecho que limita la expresión de la originalidad y creatividad buscada.

Sin embargo, se pudo observar el impacto de la formación en temas de género en la obra de fotógrafas y fotógrafos que ya contaban con un recorrido en este sentido, incluso de algunas/algunos que participaron en el encuentro con expertas Claves para pensar una fotografía con perspectiva de género, desarrollado durante la primera edición de este concurso. De ahí que este año se decidiera repetir la experiencia. El encuentro tuvo lugar los días 5 y 6 de abril en la sede del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa de la Oficina del Historiador de La Ciudad (OHC) y contó con la presencia de gestoras, promotores culturales, activistas sociales, directivos/as de centros culturales de la OHC, comunicadores, fotógrafas y artistas.

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Mentoring

Una peculiaridad del presente año fue la extensión de la convocatoria para este encuentro a gestores culturales, artistas y fotográfas/os procedentes de comunidades habaneras periféricas, las cuales han estadohistóricamente desfavorecidas en este sentido y cuyos habitantes no hubieran acudido a este llamado si no hubiera sido por la estratégica intencionalidad. Personas interesadas procedentes de barrios capitalinos como El Canal, Buena Vista, Párraga, Alamar y Diez de Octubre acudieron a la cita y nutrieron el espacio con sus experiencias (laborales y de vida) y proyectos artísticos-culturales. La participación de estas condujo a que la riqueza de este II Encuentro no se limitara al alcance de los objetivos de sensibilizar en temas de género e impulsar un nuevo modo de hacer fotografía feminista; pues los debates que se produjeron sobre machismo, equidad social y justicia de género, ayudaron a la comprensión de la connotación política e ideológica del arte feminista y al cambio de mentalidad de talleristas que anteriormente no reconocían las brechas existentes entre determinados grupos sociales para participar en el quehacer artístico y/o disfrutar de él.

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Magela Romero. Sesiones mentoring

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Sesiones mentoring

Para el próximo año el equipo gestor de este certamen ha identificado algunos desafíos, entre los mismos destacan: la necesidad de hacer más extensiva la convocatoria para que llegue a todos los rincones del país, la importancia de realizar el espacio del mentoring en temas de género y fotografía antes de que cierre el plazo de admisión de las obras y la pertinencia de organizar exposiciones itinerantes en el interior del país que facilite la exhibición de las obras, que con mayor nitidez expresan la esencia de este Concurso de Fotografía Feminista.

Por último me gustaría comentar que participar en este certamen ha sido una experiencia muy gratificante y enriquecedora en lo profesional y personal, no sólo por la posibilidad de intercambiar con artistas y expertas en esta área del saber; sino por la oportunidad de observar y apoyar la gestión artística y cultural con enfoque de género de este espacio que, por su impronta, quedará plasmado en la Historia del Arte Feminista en Cuba.

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Foto grupo Mentoring con Mage

[1] Debe señalarse que un referente cercano e imprescindible a esta propuesta lo constituyó el espacio “Mirar desde la sospecha” liderado por la MsC. Danae Dieguez. A partir de esta experiencia no sólo se logró una mayor sensibilidad respecto a los temas de género de especialistas que laboran en el mundo de la cultura cubana; sino que brindó herramientas para que iniciativas como esta cobraran forma y constituyeran hoy su continuidad.

[2] Circuito Líquido es un espacio de gestión artística y cultural feminista, sin ánimo de lucro, que trabaja desde la perspectiva de los derechos de las mujeres, en especial de las mujeres diversas integradas al sistema del arte. Mantiene un modelo de gestión flexible y móvil con un carácter abierto, en formato red de trabajo colaborativa que le permite adaptarse a los desafíos del contexto.

 

Haz clic aquí para enterarte que dice Ibis Hernández (co-curadora Bienal de La Habana) sobre la 2ª. edición del Premio de Fotografía Feminista

Mira aquí las #3fotosvisiónfeminista premiadas + imágenes de autoras/or, y del mentoring con Magela en la 2ª. edición.

Ver #fotovisiónfeminista premiada + finalistas 1 edición

 

Lee los textos de Grethel Morel en Fotografía Líquida 😉

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© Imágenes: Cortesía de sus autoras y autores, Circuito Líquido

2 comentarios

    • jorge luis el 28 julio, 2018 a las 2:06
    • Responder

    Comprendo que, como resultado de “un acto social que no puede entenderse de manera descontextualizada o desconociendo cuáles son las razones que la originan”, toda fotografía, apoye o no un discurso feminista, encuentra el mismo espacio de análisis, aceptación o rechazo. Por supuesto, nadie puede desprenderse de su contexto, experiencias, patrones culturales, educativos, idiosincráticos, ideológicos o de relación social, por los que siempre seremos juzgados. Hay que entender, también, que el símbolo es una convención que emana de un proceso de asimilación social y mientras esto no ocurra es, simplemente, un signo de comunicación.

    Es muy interesante el análisis que hace la autora de este artículo, pero sería mejor, para la comprensión de lo que se propone, poder apreciar todas las obras concursantes para tener un criterio visual que lo apoye o nos permita disentir. No creo que muchas de las imágenes concursantes utilicen el símbolo desprovisto de su significado, sino en otro de sus contextos: el índice o señal.

    Hay que entender, también, que Pierre Bourdieu nos habló del Inconsciente cultural, algo que está muy presente en la nueva oleada de fotógrafos cubanos.

    1. Gracias por su comentario sobre el artículo, interesantes también son las reflexiones que le genera.

      A propósito de su opinión, me gustaría acotar dos aspectos que considero esenciales:

      • Este concurso estimula la creación de una foto feminista, lo que conlleva a la presentación de obras que, fundamentadas en una ideología crítica y de denuncia al poder patriarcal, no conduzcan a la duda de si existe o no un “desprendimiento” por parte de su autor o autora de lo tradicional, lo sexista, el machismo y el patriarcado.

      • En ninguna parte de mi escrito, refiero que “…muchas de las imágenes concursantes utilicen el símbolo desprovisto de su significado…”; afirmé todo lo contrario: “La mayor parte de las fotografías concursantes provocan el repensar de prácticas sexistas a nivel social e individual, a partir del uso de símbolos discursivos que ponen en tela de juicio valores y normas machistas que hasta nuestros días se presentan “inamovibles e incuestionables”. Aunque no es menos cierto que, en algunos casos afloraron (de forma acrítica) patrones culturales, educativos, idiosincráticos, ideológicos o de relación social machistas, representativos justamente de lo que se quiere transformar: la realidad desigual y llena de brechas de género que nos circunda.

      La exposición de aquellas obras que resultan acertadas es una de las metas pendientes del certamen y una buena práctica que esperamos poder disfrutar pronto.

      Saludos y gracias!
      Magela

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